Es muy probable que envidies a Leo Messi (o a Cristiano Ronaldo, me da lo mismo). Es el mejor jugador de fútbol del planeta, es joven, gana 35 euros cada minuto, tiene acceso a todo lo que quiere y más, y hace feliz a millones de personas haciendo lo que más le gusta. O a tu actor preferido de Hollywood, que cobra un pastizal por cada película y, como Messi, se puede permitir cualquier tipo de lujo. Bajando a la tierra, también es muy probable que envidies a tu jefe por tener más poder que tú, a tu hermano por ser tan popular, a tu amigo por tener una novia muy guapa o a Mariano Rajoy, por ser tan sinverguenza (véase también José Ignacio Wert).
Si es así, bienvenido al maravilloso club de los envidiosos, compuesto por el 99’9{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d} de los seres humanos. Todos hemos sentido alguna vez envidia (rabia, frustración, tristeza) por algo o alguien. «Joder, ojalá fuera como tal persona o ojalá pudiera tener lo que tiene aquél». Y jode. Pero jode más no ser capaz de engañar a tu mente y convertir toda esa envidia en admiración. En ese aparentemente simple paso está la clave.
¿Cómo hacerlo? Supongo que habrá profesionales de la psicología que tendrán métodos (os espero en los comentarios! :)). O tal vez el señor Google lo sepa, si le preguntamos: «Cómo convertir la envidia en admiración«. Yo no tengo ninguna certeza, sí ideas. Por eso, como de costumbre, tiraré de sentido común y experiencia personal para intentar explicar cómo provocar este cambio en tu vida y experimentar la mejora.
- Empieza por admitirlo. Sí, vale, soy envidioso. Pero como la gran mayoría, y lo voy a cambiar porque sólo depende de mí.
- Decía aquél que todo lo que no quieres que te hagan, no lo hagas, y viceversa. Todos queremos que admiren lo que hacemos y como somos. Pero, sin embargo, no siempre admiramos lo que son capaces de hacer los demás o, simplemente, su forma de ser. Forma parte de uno de los tantos actos egoístas del ser humano. Cambia esta dinámica.
- Si envidias algo, te haces daño a ti mismo e inmediatamente te bajará la autoestima y crecerá tu frustración. Si admiras algo, estás haciendo algo positivo para ti y para el otro, porque estás valorando lo que ha sido capaz de hacer y te sirve de inspiración. Lo segundo debe enorgullecerte. Lo primero no: es malo, tirar, caca.
- Si nos salen bien las cosas, siempre habrá quién intente torcerlas. Es gente tóxica, como diría Bernardo Stamateas. Ya sabes, cuando a alguien le salga bien algo, no lo critiques de primeras por pura envidia, admíralo, empújalo a seguir creciendo. Y, si lo crees conveniente, ponlo en tu lista de mentores.
- Si admiras el trabajo de los demás, ellos admirarán el tuyo. Si no lo haces, no esperes que lo hagan.
El día que seamos capaces de convertir toda nuestra envidia negativa en admiración positiva, las cosas irán mejor. Se trata de un problema colectivo cuya solución está en las pequeñas acciones individuales. ¿Qué quieres? Seguir formando parte del 99{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d} o pasar al 1{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d} que ve las acciones de los demás como algo positivo: una gran motivación. Tú decides.
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¿Me cuentas tus trucos para dejar la envidia de lado?