En estas fechas tan señaladas —como diría un cazaelefantes que hoy cumple 77 años—, existen a grosso modo dos tipos de tiendas: las que regalan el papel de regalo y las que exigen comprarlo. Y en ellas acuden dos tipos de clientes: los que entienden que el papel no cae del cielo y por tanto tiene un valor, y los que se indignan por tener que soltar unos céntimos por el rollo decorado con motivos navideños. «¡Es que hay que pagar por todo!», reniegan los últimos.
El comercio en el que trabajo exige comprar el papel y ofrece un espacio para autoempaquetarse uno mismo. No a la persona, sino al regalo comprado, ya me entiendes. Como cajero me toca informar del tema unas 32 veces al día. Los clientes que lo solicitan corresponden normalmente al segundo grupo. Es decir, los que reniegan.
El cliente estándar me pregunta: «¿Dónde tenéis el papel de regalo». Yo he de responderle: «Antes lo ofrecíamos gratuitamente en la salida pero como se malgastaba demasiado papel, ahora lo vendemos aquí y destinamos el importe a proyectos que luchan contra la deforestación. Un rollo de dos metros cuesta 75 céntimos. ¿Te pongo uno?».
Pocas veces quieren el rollo, la mayoría de ocasiones hacen una mueca/sonrisa falsa y rechazan la oferta, y demasiadas veces contestan algo que me deja profundamente desorientado: «Ah, si hay que pagarlo no, tengo papel en casa». Vale, ¿tienes papel en casa pero preguntas si tenemos aquí gratis para no gastar el que tienes en casa o para ver si es más bonito que el que tienes en casa o simplemente para salir de la tienda con el regalo ya preparado? Obviamente, esas preguntas me las guardo para mí. Ojalá un día pueda hacerlas.
La situación se vuelve más surrealista cuando la zona habilitada y equipada con mesa, celo y tijeras se colapsa. Poco a poco se crea una cola de clientes para proceder a empaquetar lo que han comprado. Cada uno con el rollo bajo el brazo, he llegado a contar más de 10 personas esperando. Sigo sin entender los muchos porqués de la cuestión. ¿Por qué hacen cola —y pierden tiempo— para empaquetar lo comprado justo allí si podrían hacerlo con toda la tranquilidad del mundo en casa? ¿Por qué compran el rollo de papel si en casa seguro que hay restos del año pasado? ¿Será que hay críos en la costa y no quieren levantar sospechas? Ojalá un día pueda aclarar también estas dudas.
De momento, me consuela saber que no habrá más colas en la zona regalos. Me confirman que se ha agotado el papel. Ahora al cliente debo decirle tres cosas: no tenemos papel en la salida, debe comprar los rollos aquí, pero otro día porque hoy se nos ha acabado. Se me ocurre una cuarta: si lo trae de casa ahí tiene celo y tijeras para hacer el paquete. Eso sí, póngase a la cola.