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Mr Bitus

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actitud

Admira el trabajo de los demás y ellos admirarán el tuyo

3 diciembre, 2013 by Mr Bitus Leave a Comment

Es muy probable que envidies a Leo Messi (o a Cristiano Ronaldo, me da lo mismo). Es el mejor jugador de fútbol del planeta, es joven, gana 35 euros cada minuto, tiene acceso a todo lo que quiere y más, y hace feliz a millones de personas haciendo lo que más le gusta. O a tu actor preferido de Hollywood, que cobra un pastizal por cada película y, como Messi, se puede permitir cualquier tipo de lujo. Bajando a la tierra, también es muy probable que envidies a tu jefe por tener más poder que tú, a tu hermano por ser tan popular, a tu amigo por tener una novia muy guapa o a Mariano Rajoy, por ser tan sinverguenza (véase también José Ignacio Wert).

Si es así, bienvenido al maravilloso club de los envidiosos, compuesto por el 99’9{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d} de los seres humanos. Todos hemos sentido alguna vez envidia (rabia, frustración, tristeza) por algo o alguien. «Joder, ojalá fuera como tal persona o ojalá pudiera tener lo que tiene aquél». Y jode. Pero jode más no ser capaz de engañar a tu mente y convertir toda esa envidia en admiración. En ese aparentemente simple paso está la clave.

¿Cómo hacerlo? Supongo que habrá profesionales de la psicología que tendrán métodos (os espero en los comentarios! :)). O tal vez el señor Google lo sepa, si le preguntamos: «Cómo convertir la envidia en admiración«. Yo no tengo ninguna certeza, sí ideas. Por eso, como de costumbre, tiraré de sentido común y experiencia personal para intentar explicar cómo provocar este cambio en tu vida y experimentar la mejora.

  1. Empieza por admitirlo. Sí, vale, soy envidioso. Pero como la gran mayoría, y lo voy a cambiar porque sólo depende de mí.
  2. Decía aquél que todo lo que no quieres que te hagan, no lo hagas, y viceversa. Todos queremos que admiren lo que hacemos y como somos. Pero, sin embargo, no siempre admiramos lo que son capaces de hacer los demás o, simplemente, su forma de ser. Forma parte de uno de los tantos actos egoístas del ser humano. Cambia esta dinámica.
  3. Si envidias algo, te haces daño a ti mismo e inmediatamente te bajará la autoestima y crecerá tu frustración. Si admiras algo, estás haciendo algo positivo para ti y para el otro, porque estás valorando lo que ha sido capaz de hacer y te sirve de inspiración. Lo segundo debe enorgullecerte. Lo primero no: es malo, tirar, caca.
  4. Si nos salen bien las cosas, siempre habrá quién intente torcerlas. Es gente tóxica, como diría Bernardo Stamateas. Ya sabes, cuando a alguien le salga bien algo, no lo critiques de primeras por pura envidia, admíralo, empújalo a seguir creciendo. Y, si lo crees conveniente, ponlo en tu lista de mentores.
  5. Si admiras el trabajo de los demás, ellos admirarán el tuyo. Si no lo haces, no esperes que lo hagan.

El día que seamos capaces de convertir toda nuestra envidia negativa en admiración positiva, las cosas irán mejor. Se trata de un problema colectivo cuya solución está en las pequeñas acciones individuales. ¿Qué quieres? Seguir formando parte del 99{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d} o pasar al 1{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d} que ve las acciones de los demás como algo positivo: una gran motivación. Tú decides.

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¿Me cuentas tus trucos para dejar la envidia de lado?

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La vida no se gana ni se pierde, se vive

28 octubre, 2013 by Mr Bitus Leave a Comment

Vivimos convencidos de que hay que trabajar para vivir. De que hay que crecer, alcanzar objetivos, subir escalones, ganar un buen sueldo, ser los mejores. La ética protestante del sociólogo Max Webber ha calado fuerte en nuestras consciencias porque también lo ha hecho el capitalismo feroz y todos sus valores: competitividad, beneficio, riqueza. Vivimos, por tanto, conscientes de que «hay que ganarse la vida» de alguna forma, sea como sea, y a veces a cualquier precio. Al fin y al cabo, hay que llegar a fin de mes, hay que pagar las facturas.

El trabajo es el centro de nuestra existencia. Nos condiciona por completo. Marca nuestro «tiempo libre», nuestras vacaciones y nuestras relaciones personales. Sin embargo, este trabajo que representa un tercio de nuestras vidas, no es siempre lo que amamos o lo que deseamos. A menudo es sólo un trabajo, una obligación, algo que tal vez odiamos. Algo que no haríamos el día después de que nos tocara la lotería, pero algo que debemos hacer porque «hay que ganarse la vida».

Si no haces nada de provecho que te permita obtener unos ingresos (y puedes hacerlo), no eres nadie. No te ganas la vida. No eres como los demás. Al terminar la educación obligatoria tienes dos caminos claros: o sigues estudiando o vas a trabajar. Si sigues estudiando, al terminar también irás a trabajar. Y probablemente de algo completamente diferente a lo que has estudiado. «Es que hay que ganarse la vida».

Basta.

Dejemos de lado las «obligaciones» que nos ha impuesto el sistema capitalista. La vida es demasiado corta como para estar pensando constantemente que debemos ganárnosla. La vida no se gana ni se pierde, se vive.

 

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Escucha a las personas mayores y serás más feliz

4 julio, 2013 by Mr Bitus Leave a Comment

Hay personas que se sienten mejor cuando interactuan con otras personas más jóvenes que ellas o, simplemente, de su edad. Y existen personas que se encuentran más cómodas cuando son ellas las jóvenes y están entre gente más mayor. Yo, sin duda, soy de este segundo grupo. Esta entrada es un elogio a todas esas personas mayores que me han transmitido sabiduría, respeto, conocimiento y madurez; y a las que lo harán.

Siempre me he sentido más y mejor adaptado alrededor de gente más mayor que yo. El hecho de ser el pequeño de seis hermanos habrá influido, igual que la educación que he recibido y las amistades que he podido reunir. A menudo he creído que las personas «más veteranas» tenía que ser escuchadas con especial atención. Al fin y al cabo, son con las que más podemos aprender y reflexionar, tareas vitales básicas. Y así lo he hecho.

Sara Estévez Urquijo, la primera periodista deportiva española. Fotografía de Pau Folqué

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¿Porqué no nos olvidamos de los problemas ridículos?

4 junio, 2013 by Mr Bitus Leave a Comment

Obstacles que hem de superar dia rere dia

Cada día nos encontramos con pequeños obstáculos que nos dificultan el paso. Parece, a veces, que alguien los coloca a propósito, para jodernos. Cada día, el individualismo y el estrés nos juega malas pasadas y hace que enfadarnos por cuestiones ridículas sea demasiado fácil. Escribo estas líneas para convencer a todos los que conviven con esta frustración inútil -y de paso a mí mismo- de la necesidad de relativizar las cosas y de preocuparnos, sobre todo, por lo que verdaderamente importa (y suele afectarnos como conjunto).

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El síndrome del pensament aliè

12 octubre, 2012 by Mr Bitus 5 Comments

No cal que busquis el nom d’aquest síndrome a Google perquè no existeix. Me l’he inventat. I ho he fet per identificar un fenomen que, probablement, ens toca d’aprop a molts de nosaltres, els humans: el pànic a la reacció de l’altri fruit d’una acció nostra o, simplement, de la pròpia presència. És el Síndrome del Pensament Aliè i d’ara en endavant serà SPA.

Tal fenomen és probable que s’experimenti des de primera hora del matí i, concretament, a davant de l’armari de la roba. Ja deus saber per on vaig. En la primera presa de decisió important del dia -el «què em poso avui?»- tots hem patit alguna vegada l’SPA. «Ui, això no m’ho poso perquè diran que sóc…». «Ui, això no que pensaran que vaig com…». I al final sempre ens posam un dels cinc pantalons o cinc camises preferides que sempre ens han anat bé. Tot i tenir un estock brutal.

Després davant el mirall. «M’he d’arreglar perquè no pensin que sóc…». «M’he de pentinar bé perquè no creguin que…». I pentinar-se bé vol dir pentinar-se com sempre. Mantenir la mateixa imatge que hem anat creant per no cridar massa l’atenció i contribuir a ser el punt de mira. Perquè no pensin o parlin de nosaltres. En el fons, qui té l’SPA vol anar per la vida passant desapercebut, sense que ningú li faixi pràcticament cas. Què inocent.

Més tard, quan és hora de comunicar-nos amb les persones, tornem a entrar en el mateix procés. «Què dic i què no dic perquè no pensi què…». Sobretot quan encara no ens hem guanyat la confiança de l’altre. El patidor de l’SPA a vegades no pot demanar ni quina hora és.

L’entorn educatiu és on més presència hi ha d’aquest fenomen per tres senzilles raons: perquè constantment hi ha comunicació, perquè sovint apareixen davant nostre cares noves i, fonamentalment, perquè som joves (i no hem viscut gaires experiències). A l’escola, a l’Institut o a la facultat. Passa a qualsevol lloc. A cada classe hi ha una, dues, tres o deu persones que pateixen l’SPA. Quan és moment de presentacions el cor comença a bategar com si hagués de fugir. Quan el professor pregunta quelcom, ells no s’atreveixen (per molt que tinguin alguna cosa interessant a dir). Quan el mateix docent reclama que algú es presti com a voluntari, ells capgiren la mirada i resen perquè algú valent s’ofereixi.

Si bé a les aules és on més s’experimenta, a la xarxa és on menys. Lògic. No hi ha presència física. La pantalla fa de protector. Dir, preguntar o fer qualsevol cosa a través d’Internet és molt fàcil. Tant és així que hi ha gent que es comunica virtualment i ni es saluda al món real. De fet, a més d’aquesta, existeix una altra contradicció. Si el que pateix l’SPA vol passar desapercebut per la vida per no ser el centre d’atenció, a Internet… A Internet, probablement, vol tenir el major nombre de seguidors a Twitter, al Facebook, al Blog i a tot arreu. Som així de contradictoris, els humans.

L’element principal de l’ecosistema de l’SPA és, sens dubte, la inseguretat. Una persona insegura de sí mateixa s’obsessiona per no ser el centre d’atenció i quan ho és, sovint és bloqueja. No creu amb el què és ni amb el que fa, i per això pateix. Veu sempre la reacció de l’entorn com quelcom negatiu, com un atac. El resultat és que la seva autoestima baixa, que s’entristeix i que es tanca. I com més es tanca més s’entristeix.

Si el dia té 24 hores i en passam 8 (aproximadament) dormits, bona part de les 16 restants les dediquem a pensar en el que pensa l’altri (el nostre entorn) de nosaltres. Almenys els que pateixen el síndrome. Perden el temps i, sobretot, perden oportunitats. Tal vegada el que no fas, no dius o no preguntes ara no ho podràs fer, dir ni preguntar mai més.

Suposo que, com tot, la clau és trobar el terme mig. Ni pensar molt en el què puguin pensar, ni passar olímpicament de tot. Una cosa et pressiona massa per dins i l’altre pot fer que la caguis massa sovint. De fet, la clau és pensar més en un mateix i oblidar-nos dels pensaments aliens. Del que puguin pensar les més de 7 mil milions de persones que viuen en el mateix planeta (que no mateix món). En el fons, mentre li donam mil voltes al què els altres poden estar pensant de nosaltres, aquests altres, probablement, estan vivint el mateix procés però a l’inversa.

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