Madrugar, como subir por las escaleras normales en vez de por las mecánicas, está mal visto.
Matizo: está mal visto si madrugas sin necesidad de hacerlo.
Entro a trabajar a las 9:30h y vivo a 10 minutos a pie de la oficina. Bastaría con despertarme a las 9 de la mañana, que es lo que hace la mayoría. Pero no, prefiero lo raro. Por eso cuando digo que abro voluntariamente los ojos a las 6, mi miran con cara de «estás flipado».
– ¿A las 6? ¿Pa’qué? Con lo que me gusta a mi dormir…
Yo no digo que no duerma. Digo que abro los ojos tres horas antes de ir a la oficina. Y lo hago por tres motivos:
- A las 6 mis neuronas están la mar de frescas, preparadas para encarar cualquier tarea creativa.
- A las 6 no hay ruidos, mensajes de whatsapp ni distracciones varias.
- A las 6 uno puede completar la tarea más importante del día con tranquilidad, y así lograr el principal objetivo diario incluso antes de ir a la oficina.
Las personas más emprendedoras, más productivas, más exitosas se levantan antes de que salga el sol.
No es ninguna tontería, es uno de esos 7 hábitos de la gente altamente efectiva.
Para mí, madrugar significa empezar el día a tope, sacarle el máximo partido desde el minuto uno.
La pena es que la sociedad (al menos aquí en España) está montada para cenar tarde y marcharse a dormir tarde. De modo que si digo que como a las 20:30h y me acuesto a las 22h, también me miran muy raro.
Ahí está la clave: dormir pronto, despertar pronto. Porque a mí también me gusta dormir.
Al final es tan sencillo como retrasar el día unas horas: mi jornada empieza antes y también termina antes.
Está claro que este sistema no es la solución a todos los males, simplemente un estilo de vida. Si eres nocturno, te parecerá una chorrada esto de madrugar, cuestión de gustos.
Y sí, tienes razón: a las tantas de la noche tampoco hay whatsapps ni distracciones. Pero qué quieres que te diga, las neuronas ya piden un descanso.
En fin, son las 6:45 de la mañana, así que buenos días. O buenas noches.
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