Andas buscando ofertas de trabajo como loco. Te subes por las paredes por intentar salir o, mejor dicho, no entrar en esa lista negra de la que forman parte 5’6 millones de españoles. Te agarras a lo que sea: captador de socios para oenegés en la calle, repartidor de pizzas, dependiente en tienda de ropa, becario community mánager. Lo que sea. No importa lo que hayas estudiado, no importa que la oferta ponga salario no disponible, no importa que no te digan las horas que trabajarás. Te inscribes. A ver si me llaman de una puta vez.
Y las empresas lo saben. Vaya si lo saben. Saben que hay miles de personas como tú que andan buscando trabajo como locas. Que están dispuestas a trabajar de lo que sea. Saben lo bien que les irá si encuentran a un estudiante en vez de a un licenciado. Si preguntan por un becario en vez de por un trabajador. Por eso las compañías se pueden permitir el lujo de ocultar tu miserable sueldo y la explotadora jornada que te espera. No contentas con eso, a menudo buscan a candidatos con o sin estudios, con o sin experiencia previa. A más perfiles, más fácil será encontrar el que sea capaz de bajarse más los pantalones.
Si entras ahora en Infojobs puede que veas una oferta de una multinacional sueca conocida por vender muebles (y también comida). «¿Quieres unirte a nuestro equipo Ikea Sabadell?» es el título del anuncio. Buscan a 20 personas con «pasión por su trabajo, espíritu de equipo y ganas de emprender» para contratarlas a tiempo parcial. ¿Sueldo? Ya veremos. ¿Horario? Ya veremos. ¿Experiencia mínima? No requerida. Tú inscríbete, que ya veremos.
En dos días se han apuntado 2.877 personas. Sin saber cuál será su recompensa por colocar stock, ayudar a encontrar la estantería Billy a un cliente, cobrar en caja o vender galletas Kakor Chokladflarn. Sin saber cuánto tiempo dedicarán a eso al día. Tal vez sólo por la ilusión de trabajar en un Ikea. Por la ilusión de trabajar. Ya son 2.878. Porque yo también me subo por las paredes. A ver si me llaman de una puta vez.
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