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¡Peligro, si abusas la pasta te saldrá por las orejas!

13 enero, 2015 by Mr Bitus Leave a Comment

Me refiero a la que se come. La italiana. Rigatone, Fettuccine, Farfalle o Penne. Esa que tanto nos gusta y comemos para aburrir.

Los jóvenes —estudiantes universitarios o trabajadores que comparten piso—  son los únicos seres vivos capaces de sobrevivir a base de hidratos de carbono. Pasta por un tubo. Para comer, cenar y hasta desayunar.

Algunos estudios de la Universidad de Tagliatella ya empiezan a demostrar que el cuerpo de según que jóvenes de entre 18 y 25 años contiene más pasta que agua. Y que su descendencia puede que herede rasgos Fusili. A ellos no les importa. Seguirán comiéndola hasta reventar.

El motivo es claro: un kilo de pasta cuesta menos de un euro y hasta el más negado cocinando sabe poner agua a hervir. Y tirar la pasta. Y colarla. Y vaciar un bote de Solis en ella. Algunos aún se olvidan la sal.

tipos-de-pasta-para-cocinar

La despensa de un piso de estudiantes está compuesta básicamente por paquetes de macarrones y espaguetis de kilo y tetrabriks de tomate frito. Abundan también los de nata para los que prefieren preparar un sucedáneo de Carbonara. Y el queso rallado para el toque final.

Si un universitario que vive en piso compartido no come pasta al menos cuatro veces a la semana es por tres razones: uno, aún le quedan tuppers de su madre en el congelador; dos, sustituye la pasta por pizza Tarradellas; o tres, sabe cocinar.

Si el piso compartido lo ocupan sólo varones, la tendencia a vivir de pasta crece aún si cabe. Uno estira al otro y del bucle macarronil nadie sale. Ojo cuidado, suelen haber casos muy esporádicos de universitarios que saben prepararse otros platos. Pocos. Si el piso es de damas el recurso pasta es menos habitual, aunque sigue siendo base alimenticia para muchas.

Para los que no saben hervir la pasta por un lado y preparar la salsa por otro, existen los sobres de ración que ya integran ambas cosas. Sale más caro, pero buena parte de la comunidad estudiantil se rinde a estos envases.

Desde hace un tiempo ha entrado en juego otro producto que ha roto el mercado: Yatecomo, se llama. En 5 minutos, el estudiante tiene un rico bol de fideos en la mesa por el módico precio de 1 euro. Van que vuelan en los pisos compartidos. Si te descuidas, ya se han comido el tuyo.

Estamos, sin duda, ante una droga blanda. Bueno, dura hasta que ha hervido. Para reducir su impacto sólo se me ocurre una solución tan efectiva como la del tabaco: copiar los mensajes negativos de las cajetillas de cigarros. No se trata de poner «Comer pasta mata», sino algo más suave pero que remueva las conciencias juveniles. Propongo, sin que se ofendan los italianos ni Hacendado, que en los paquetes de macarrones o espaguetis haya una etiqueta que indique: «Peligro, si abusas la pasta te saldrá por las orejas». Las madres lo agradecerán. Los estómagos, también.

Filed Under: Reflexiono, Social Tagged With: jovenes, macarrones, pasta, universitarios

El papel de regalo no se regala

5 enero, 2015 by Mr Bitus Leave a Comment

En estas fechas tan señaladas —como diría un cazaelefantes que hoy cumple 77 años—, existen a grosso modo dos tipos de tiendas: las que regalan el papel de regalo y las que exigen comprarlo. Y en ellas acuden dos tipos de clientes: los que entienden que el papel no cae del cielo y por tanto tiene un valor, y los que se indignan por tener que soltar unos céntimos por el rollo decorado con motivos navideños. «¡Es que hay que pagar por todo!», reniegan los últimos.

El comercio en el que trabajo exige comprar el papel y ofrece un espacio para autoempaquetarse uno mismo. No a la persona, sino al regalo comprado, ya me entiendes. Como cajero me toca informar del tema unas 32 veces al día. Los clientes que lo solicitan corresponden normalmente al segundo grupo. Es decir, los que reniegan.

El cliente estándar me pregunta: «¿Dónde tenéis el papel de regalo». Yo he de responderle: «Antes lo ofrecíamos gratuitamente en la salida pero como se malgastaba demasiado papel, ahora lo vendemos aquí y destinamos el importe a proyectos que luchan contra la deforestación. Un rollo de dos metros cuesta 75 céntimos. ¿Te pongo uno?».

Pocas veces quieren el rollo, la mayoría de ocasiones hacen una mueca/sonrisa falsa y rechazan la oferta, y demasiadas veces contestan algo que me deja profundamente desorientado: «Ah, si hay que pagarlo no, tengo papel en casa». Vale, ¿tienes papel en casa pero preguntas si tenemos aquí gratis para no gastar el que tienes en casa o para ver si es más bonito que el que tienes en casa o simplemente para salir de la tienda con el regalo ya preparado? Obviamente, esas preguntas me las guardo para mí. Ojalá un día pueda hacerlas.

La situación se vuelve más surrealista cuando la zona habilitada y equipada con mesa, celo y tijeras se colapsa. Poco a poco se crea una cola de clientes para proceder a empaquetar lo que han comprado. Cada uno con el rollo bajo el brazo, he llegado a contar más de 10 personas esperando. Sigo sin entender los muchos porqués de la cuestión. ¿Por qué hacen cola —y pierden tiempo— para empaquetar lo comprado justo allí si podrían hacerlo con toda la tranquilidad del mundo en casa? ¿Por qué compran el rollo de papel si en casa seguro que hay restos del año pasado? ¿Será que hay críos en la costa y no quieren levantar sospechas? Ojalá un día pueda aclarar también estas dudas.

De momento, me consuela saber que no habrá más colas en la zona regalos. Me confirman que se ha agotado el papel. Ahora al cliente debo decirle tres cosas: no tenemos papel en la salida, debe comprar los rollos aquí, pero otro día porque hoy se nos ha acabado. Se me ocurre una cuarta: si lo trae de casa ahí tiene celo y tijeras para hacer el paquete. Eso sí, póngase a la cola.

Filed Under: Reflexiono, Social Tagged With: consumismo, Navidad, papel de regalo

¿Quieres unirte a nuestro equipo?

7 octubre, 2014 by Mr Bitus Leave a Comment

Andas buscando ofertas de trabajo como loco. Te subes por las paredes por intentar salir o, mejor dicho, no entrar en esa lista negra de la que forman parte 5’6 millones de españoles. Te agarras a lo que sea: captador de socios para oenegés en la calle, repartidor de pizzas, dependiente en tienda de ropa, becario community mánager. Lo que sea. No importa lo que hayas estudiado, no importa que la oferta ponga salario no disponible, no importa que no te digan las horas que trabajarás. Te inscribes. A ver si me llaman de una puta vez.

Y las empresas lo saben. Vaya si lo saben. Saben que hay miles de personas como tú que andan buscando trabajo como locas. Que están dispuestas a trabajar de lo que sea. Saben lo bien que les irá si encuentran a un estudiante en vez de a un licenciado. Si preguntan por un becario en vez de por un trabajador. Por eso las compañías se pueden permitir el lujo de ocultar tu miserable sueldo y la explotadora jornada que te espera. No contentas con eso, a menudo buscan a candidatos con o sin estudios, con o sin experiencia previa. A más perfiles, más fácil será encontrar el que sea capaz de bajarse más los pantalones.

Oferta Ikea Sabadell

Si entras ahora en Infojobs puede que veas una oferta de una multinacional sueca conocida por vender muebles (y también comida). «¿Quieres unirte a nuestro equipo Ikea Sabadell?» es el título del anuncio. Buscan a 20 personas con «pasión por su trabajo, espíritu de equipo y ganas de emprender» para contratarlas a tiempo parcial. ¿Sueldo? Ya veremos. ¿Horario? Ya veremos. ¿Experiencia mínima? No requerida. Tú inscríbete, que ya veremos.

En dos días se han apuntado 2.877 personas. Sin saber cuál será su recompensa por colocar stock, ayudar a encontrar la estantería Billy a un cliente, cobrar en caja o vender galletas Kakor Chokladflarn. Sin saber cuánto tiempo dedicarán a eso al día. Tal vez sólo por la ilusión de trabajar en un Ikea. Por la ilusión de trabajar. Ya son 2.878. Porque yo también me subo por las paredes. A ver si me llaman de una puta vez.

 

Filed Under: Reflexiono, Social Tagged With: empleo, ikea

Gracias, conductores de autobuses

31 julio, 2014 by Mr Bitus 2 Comments

En diciembre de 2013 escribí, en caliente, este artículo (Pobres conductores de autobuses) nada más salir de un autobús en Sabadell. Sentí la necesidad de plasmar lo que había visto, un pequeño ejemplo de lo que ocurre demasiado a menudo en ese ecosistema lleno de individualismo y mala educación que es (o suele ser, hay excepciones claro) este transporte público en nuestro país.

La reflexión, más allá de liberarme, no llegó demasiado lejos. Pero meses más tarde, la magia de Internet y las redes resucitó esa crónica-denuncia. Alguien la compartió en este grupo de Facebook el 14 de julio y a partir de ahí buena parte de la comunidad de buseros y buseras, —muy activos online, por cierto—, descubrieron y viralizaron el texto.

Se convirtió en el artículo con más visitas y comentarios, de lejos, del blog. Sólo ese lunes 14 de julio lo leyeron más de 15.000 personas. Buseros y buseras de todas partes: Sevilla, Madrid, Vizcaya, Alicante, Barcelona, Sabadell o Canarias, donde al autobús lo llaman ‘guaguas’, como recordaba Ignacio Arvelo. Conductores de urbano, interurbano o de noche con más y menos experiencia. Algunos de ellos se molestaron incluso en dejar un comentario, la mayoría de agradecimiento.

“Muchas gracias por fijarte en nosotros”, escribía Esther. «Gracias por describir como nos sentimos», decía Francis. Buena parte de los comentarios iban en la misma línea: dar voz, iluminar, escuchar. En definitiva, ponerse en la piel del otro. La conclusión es clara: las personas, los colectivos —como el de buseros— necesitan sentirse arropadas, expresar sus problemas y ver que alguien está dispuesto a hacer algo porque dejen de serlo o, al menos, por combatir la invisibilidad.

Beatriz apuntaba una gran reflexión en otro comentario: “La gente tendria que ser consciente de que no somos adivinos y que nos pasamos todo el dia a contrarreloj; y creo que no cuesta tanto levantar la mano cuando llega tu autobús, dar un saludo al entrar, tener la tarjeta o el dinero preparado y avisar con tiempo en que parada quieres bajarte. No nos queda otra que llenarnos de paciencia y esperar a que las personas se den cuenta”. En definitiva, ponerse en la piel del otro. En el autobús, en la calle y en cualquier otro espacio colectivo.

El periodismo sirve para amplificar y denunciar este tipo de situaciones. Pero no nos engañemos. La solución no está en saber que pasa, sino en ponerle remedio. La responsabilidad es de todos. Espero que lo tengas en cuenta cada vez que cojas un autobús. Solo así los buseros dejarán de sentirse como otro tornillo más de la máquina.

Filed Under: Pienso, Social Tagged With: autobuses

Tiempo o dinero, tú eliges qué es más importante

15 julio, 2014 by Mr Bitus Leave a Comment

Acaba de lanzarse un servicio de buses, Megabus, que conecta Barcelona con varias ciudades europeas por sólo un euro. Nada más ver la noticia quedé lógicamente sorprendido y me entraron unas ganas tremendas de viajar en ese bus. ¡Qué ganga, sólo un euro! El inconsciente interpretó ese mensaje como algo muy positivo porque supondría un ahorro considerable de dinero. Sin embargo, tras pensarlo un buen rato, la euforia bajó. El consciente cogió las riendas de la situación y lanzó otro mensaje: ¿Serías capaz de dedicar 27 horas de tu valiosa vida para llegar (probablemente destrozado) hasta Londres? Tal vez no es tan buena idea.

Piénsalo bien. Cuando se trata de ahorrar dinero (sobre todo al viajar), no parece haber límites. Estamos dispuestos a casi todo por gastar menos. A llegar hasta un aeropuerto alejado del centro para que el billete no se dispare (y tardar más en llegar después al centro), a evitar el típico bus turístico que pasa por los puntos clave (y tardar más en visitar los monumentos), a no pagar un extra que nos eximiría de hacer colas en un parque de atracciones (y tener que hacer cola) o, como no, a viajar 27 horas en bus porque sólo cuesta un euro (y tener que dedicar tiempo después a recuperar la espalda maltrecha). En la vida cotidiana pasa exactamente lo mismo: cuando algo se estropea (el ordenador, el microondas o la lavadora), no nos cansamos de buscar y rebuscar posibles soluciones (en internet) sin tener que pasar por el técnico que nos cobrará demasiado. Malgastamos tiempo intentando ser y hacer lo que no somos y lo que no sabemos hacer. David Cantone ejercía de buen ejemplo en un artículo reciente.

Nos han enseñado a valorar más el dinero que el tiempo. Por eso no nos importa dedicar más tiempo del necesario a algo si eso implica poder gastar menos. Porque el dinero se gana y el tiempo simplemente se tiene y se emplea. Cuando uno comienza a vivir, se pone en marcha su contador de segundos, minutos, horas, días, meses y años. Un cronómetro que sólo parará el día que pare el corazón. Un contador al que damos poco valor porque hace su curso independientemente de nosotros. Un contador que, curiosamente, parece acelerarse o ralentizarse en función de lo que hacemos. El dinero, en cambio, no tiene un contador de nacimiento (a no ser que uno haya nacido afortunado). Llega más tarde. Cuesta más conseguirlo. Y, encima, nos hemos puesto de acuerdo en sobre valorarlo hasta convertirlo en la moneda de cambio de todo. Irremediablemente, cuenta más.

reloj monedas, tiempo o dinero

Hay quién vive única y exclusivamente para trabajar el máximo tiempo posible y ganar el máximo dinero posible. Así, cuando se jubile, podrá tener acceso a todo lo que no ha podido acceder antes por falta de tiempo (y dinero). Olvida, pero, que mañana no tendrá la fuerza que tuvo ayer, que mañana la vida le puede soltar un revés antes de hora, o que mañana todo su dinero puede que desaparezca. Porque se lo comió el perro, porque entraron a robar o porque lo invirtió en preferentes para ganar el máximo posible. Quién sabe. El tiempo ya ha pasado y no volverá.

Y hay quien vive pensando en todo momento en dedicar el máximo posible de tiempo a lo que desea, en gastar el dinero inteligentemente para no malgastar el tiempo, y en hacer, siempre que sea posible, lo que le apasiona con la gente que quiere. Lo único malo que le puede pasar es que siempre viva con el dinero justo. Lo bueno, que nunca va a quejarse por “no tener tiempo”, pues ya se ha preocupado de planificarlo y reservarlo para lo que realmente le interesa. Y, sobre todo, que no va a faltarle felicidad, pues pocas cosas reconfortan más que saber que uno está entregando su vida, única e irrepetible, a lo que siempre ha querido ser y hacer.

La vida es un conjunto de decisiones, y ésta, dinero o tiempo, es una de las más complejas. Cuesta decidir porque cada recurso tiene sus ventajas e inconvenientes, porque de pequeños nos iluminan un camino concreto y porque para invertir bien el tiempo primero uno debe hallar su verdadera pasión y motivación. Además, vivir con poco dinero e invertir el tiempo en las pasiones está mal visto. Por suerte, hay quien se atreve a cambiar de carril antes de que sea demasiado tarde. Si quieres, aún estás a tiempo. 27 horas son mucho más importantes que un miserable euro. No las malgastes en un autobús.

Filed Under: Reflexiono, Social, Viajes Tagged With: dinero, Megabus, tiempo

¿Tus profesores también son así?

26 marzo, 2014 by Mr Bitus 2 Comments

Si la respuesta es sí, deberíamos redactar una petición en change.org para dejarlos en evidencia.

40 Estilos de profesores (de secundaria, bachillerato y universidad):

  1. El que llega tarde y echa la culpa al tráfico (Excusado)
  2. El que no te deja entrar en clase si pasan 5 minutos de la hora (Especial)
  3. El que el primer día de clase solo presenta la asignatura (Guay)
  4. El que el primer día de clase presenta la asignatura y ataca con el temario (Fichado)
  5. El que dice: «Esto ya lo veréis en casa» (Desentendido)
  6. El que solo acepta trabajos en letra Arial, cuerpo 12 e interlineado 1’5 (Tiquismiquis)
  7. El que pide que le entregues la práctica por email y que dejes una copia en papel en su buzón (Contaminante)
  8. El que no te pone Matrícula de Honor pese a tener un 9’7 de media (Despiadado)
  9. El que se sienta en la silla y no mira a ningún alumno mientras explica (Sobrado)
  10. El que se pone a leer el periódico durante un examen (Informado)
  11. El que utiliza Power Point o Prezi (2.0)
  12. El que no utiliza Power Point ni Prezi (Sabio)
  13. El que no cambia la fecha del examen (Inflexible)
  14. El que nunca te pregunta nada… salvo el día que no has preparado lo que tenías que preparar (Astuto)
  15. El que te hace salir a la pizarra (Puñetero)
  16. El que imparte clases magistrales (Experto)
  17. El que sabe menos que tú (Desactualizado)
  18. El que pilla a alguien con chuletas (Delator)
  19. El que echa a alguien de clase por hablar (Severo)
  20. El que copia párrafos de Wikipedia en sus diapositivas sin citarlos y pide que no copiemos (Desvergonzado)
  21. El que dice: «Hoy colgaré la presentación en el campus» y nunca la cuelga (Despistado)
  22. El que tarda un mes en corregir un examen (Excesivo)
  23. El que «me tiene manía» (Cabroncete)
  24. El que iba para monologuista y se quedó por el camino (Charlatán)
  25. El que invita a conferenciantes para no tener que hablar (Holgazán)
  26. El que no sabe enchufar el proyector (Incompetente)
  27. El que lleva 40 años dando las mismas clases (Veterano)
  28. El que pone vídeos (Amigable)
  29. El que pone vídeos TED (Motivador)
  30. El que te da dos días de margen más (Flexible)
  31. El que prepara power points de 200 diapositivas (Valiente)
  32. El que usa pointer (Inteligente)
  33. El que critica a los demás profesores (para caer bien a los alumnos)
  34. El que en una práctica de ordenadores deja solos ante el peligro a los alumnos y se va al despacho (Descarado)
  35. El que decide hacer la clase en el césped (Hippie)
  36. El que cuenta batallitas (Entretenido)
  37. El que no hace correcciones y solo pone una nota en la práctica/examen (Misterioso)
  38. El que se salta las reglas del Plan Bolonia (Revolucionario)
  39. El que te hace un examen de inteligencia el primer día de clase y te hunde en la miseria (Arrollador)
  40. El que no se cansa de repetir: «Si luchas, lo conseguirás» (Estimulante)

Y seguro que me dejo 40 estilos más. Añade los que se te ocurran en los comentarios 🙂

PD: ¿Algún profesor en la sala? Le invito a que haga lo mismo pero con los alumnos. Lo nuestro, a veces, también tiene tela.

Filed Under: Reflexiono, Social Tagged With: profesores, universidad

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