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Reflexiono

Medio año

1 julio, 2016 by Mr Bitus Leave a Comment

Hoy 1 de julio es el día 183 de un año bisiesto, lo cuál significa que estamos justo en el ecuador del mismo.

Que ya nos hemos zampado medio 2016, vaya.

Y me da la impresión de que muy poca gente es consciente de ello.

Yo tampoco lo era, hasta que empecé la gran aventura del selfie diario. Publicar (y numerar) el autoretrato cada día es un buen ejercicio para controlar el paso del tiempo. Te invito a hacer lo mismo.

Si sales a la calle y preguntas a cualquiera «qué número de día del año es hoy», te mirarán raro. Más raro que cuando me miran a mí después de pedirles un selfie random. No saben qué número de día del año es hoy. Ni de semana.

De hecho, cierta gente no te sabría decir ni el día del mes. A veces mi padre no sabe si es lunes, jueves o sábado.

Si no somos conscientes de que hoy cumplimos medio año, no somos conscientes de si ya hemos hecho la mitad de cosas que queríamos hacer en 2016.

Nos gusta hacer propósitos el 31 de diciembre, cuando todo termina. Pero quizás sería más interesante hacerlos también el 1 de julio, cuando empieza la segunda parte del partido.

Un pequeño descanso para coger fuerzas, una buena charla del entrenador, y de nuevo a saltar al campo.

Feliz día 183, feliz medio año.

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Procrastinadores anónimos

2 octubre, 2015 by Mr Bitus 1 Comment

Llevaba tiempo pensando en escribir un post sobre la procrastinación pero, fíjate tú, lo he ido aplazando.

¿Qué ha pasado? Lo de siempre: algún día he de hacerlo, ya lo escribiré, no corre prisa, nadie me persigue…

Excusas de procrastinador profesional, vaya.

Con un poco más de voluntad, una pizca de sacrificio y una buena planificación, ese problema ya estaría resuelto. Pero hay que saber unir esos tres ingredientes para abandonar el arte de aplazar las cosas.

Voluntad, sacrificio y planificación están estrechamente ligados a unos objetivos y a un método para alcanzarlos. Si no los tenemos, estamos perdidos y, por ende, condenados a procastinar.

Aunque yo también procastino, cada vez lo hago menos. ¿Por qué? Simple: vivo y trabajo con unos objetivos y utilizo un método para cumplirlos. Mi camino hacia esas metas se basa en estas cinco claves:

  • Uso Things 

Hay un montón de aplicaciones para gestionar tareas, pero pocas superan a Things. Es ideal para poner en práctica el famoso sistema de productividad Getting Things Done. Puedes organizar tus tareas por proyectos y colocarlas en diferentes secciones en función de la urgencia (para hacer Hoy, par hacer los próximos días, para hacer un día concreto o para hacer algún día indeterminado).

  • Aplico la Ley de Pareto

El 80{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d} del esfuerzo genera el 20{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d} de los resultados y el 20{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d} del esfuerzo genera el 80{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d} de los resultados. Podemos aplicar la regla de Vilfredo Pareto a cualquier ámbito de la vida, lógicamente también a la gestión de tareas. Haciendo muchas cosas (80{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d}), conseguirás poco (20{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d}). Pero haciendo unas pocas, las importantes (20{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d}), conseguirás resultados increibles (80{8c9b915fbf6f12551ffa1b16d89db8faa3555cdde133987868bd62e10645910d}). ¡Haz primero estas últimas!

  • Pongo fecha límite a las cosas

No basta con decir «he de hacer tal cosa la semana que viene». Si lo planteas así probablemente llegará domingo y aún estará por hacer. «He de terminar esto el viernes como tarde», está mucho mejor. Y el fin de semana libre.

  • Divido las grandes tareas

Si la tarea es enorme (escribir un reportaje de 30 páginas, por ejemplo), no tiene ningún sentido añadir a Things «Escribir el reportaje de 30 páginas el martes». Sé que es imposible terminarlo en un día, que me colapsaré y que apenas avanzaré nada. Así que divido la mega tarea en pequeñas porciones: «Hacer brainstorming para el título del reportaje», «Buscar fuentes», «Escribir un primer guión», etc. Pasito a pasito llegas lejos.

  • Recompenso mi trabajo

A veces no tengo ganas de hacer algo que debería hacer hoy. Es normal, somos personas. Pero antes de rendirme pienso en una buena recompensa. ¿Qué gano a cambio de completar esta tarea? Tarde libre, sesión de billar, ver una peli… En fin, cualquier recompensa motivadora.

Con estas cinco reglas, un poco de voluntad y una pizca de sacrificio no hará falta que acudas a las terapias de Procrastinadores anónimos 🙂

 

Sólo los que intentan lo absurdo pueden lograr lo imposible —Albert Einstein

Filed Under: Reflexiono Tagged With: procrastinacion, productividad

¡Peligro, si abusas la pasta te saldrá por las orejas!

13 enero, 2015 by Mr Bitus Leave a Comment

Me refiero a la que se come. La italiana. Rigatone, Fettuccine, Farfalle o Penne. Esa que tanto nos gusta y comemos para aburrir.

Los jóvenes —estudiantes universitarios o trabajadores que comparten piso—  son los únicos seres vivos capaces de sobrevivir a base de hidratos de carbono. Pasta por un tubo. Para comer, cenar y hasta desayunar.

Algunos estudios de la Universidad de Tagliatella ya empiezan a demostrar que el cuerpo de según que jóvenes de entre 18 y 25 años contiene más pasta que agua. Y que su descendencia puede que herede rasgos Fusili. A ellos no les importa. Seguirán comiéndola hasta reventar.

El motivo es claro: un kilo de pasta cuesta menos de un euro y hasta el más negado cocinando sabe poner agua a hervir. Y tirar la pasta. Y colarla. Y vaciar un bote de Solis en ella. Algunos aún se olvidan la sal.

tipos-de-pasta-para-cocinar

La despensa de un piso de estudiantes está compuesta básicamente por paquetes de macarrones y espaguetis de kilo y tetrabriks de tomate frito. Abundan también los de nata para los que prefieren preparar un sucedáneo de Carbonara. Y el queso rallado para el toque final.

Si un universitario que vive en piso compartido no come pasta al menos cuatro veces a la semana es por tres razones: uno, aún le quedan tuppers de su madre en el congelador; dos, sustituye la pasta por pizza Tarradellas; o tres, sabe cocinar.

Si el piso compartido lo ocupan sólo varones, la tendencia a vivir de pasta crece aún si cabe. Uno estira al otro y del bucle macarronil nadie sale. Ojo cuidado, suelen haber casos muy esporádicos de universitarios que saben prepararse otros platos. Pocos. Si el piso es de damas el recurso pasta es menos habitual, aunque sigue siendo base alimenticia para muchas.

Para los que no saben hervir la pasta por un lado y preparar la salsa por otro, existen los sobres de ración que ya integran ambas cosas. Sale más caro, pero buena parte de la comunidad estudiantil se rinde a estos envases.

Desde hace un tiempo ha entrado en juego otro producto que ha roto el mercado: Yatecomo, se llama. En 5 minutos, el estudiante tiene un rico bol de fideos en la mesa por el módico precio de 1 euro. Van que vuelan en los pisos compartidos. Si te descuidas, ya se han comido el tuyo.

Estamos, sin duda, ante una droga blanda. Bueno, dura hasta que ha hervido. Para reducir su impacto sólo se me ocurre una solución tan efectiva como la del tabaco: copiar los mensajes negativos de las cajetillas de cigarros. No se trata de poner «Comer pasta mata», sino algo más suave pero que remueva las conciencias juveniles. Propongo, sin que se ofendan los italianos ni Hacendado, que en los paquetes de macarrones o espaguetis haya una etiqueta que indique: «Peligro, si abusas la pasta te saldrá por las orejas». Las madres lo agradecerán. Los estómagos, también.

Filed Under: Reflexiono, Social Tagged With: jovenes, macarrones, pasta, universitarios

El papel de regalo no se regala

5 enero, 2015 by Mr Bitus Leave a Comment

En estas fechas tan señaladas —como diría un cazaelefantes que hoy cumple 77 años—, existen a grosso modo dos tipos de tiendas: las que regalan el papel de regalo y las que exigen comprarlo. Y en ellas acuden dos tipos de clientes: los que entienden que el papel no cae del cielo y por tanto tiene un valor, y los que se indignan por tener que soltar unos céntimos por el rollo decorado con motivos navideños. «¡Es que hay que pagar por todo!», reniegan los últimos.

El comercio en el que trabajo exige comprar el papel y ofrece un espacio para autoempaquetarse uno mismo. No a la persona, sino al regalo comprado, ya me entiendes. Como cajero me toca informar del tema unas 32 veces al día. Los clientes que lo solicitan corresponden normalmente al segundo grupo. Es decir, los que reniegan.

El cliente estándar me pregunta: «¿Dónde tenéis el papel de regalo». Yo he de responderle: «Antes lo ofrecíamos gratuitamente en la salida pero como se malgastaba demasiado papel, ahora lo vendemos aquí y destinamos el importe a proyectos que luchan contra la deforestación. Un rollo de dos metros cuesta 75 céntimos. ¿Te pongo uno?».

Pocas veces quieren el rollo, la mayoría de ocasiones hacen una mueca/sonrisa falsa y rechazan la oferta, y demasiadas veces contestan algo que me deja profundamente desorientado: «Ah, si hay que pagarlo no, tengo papel en casa». Vale, ¿tienes papel en casa pero preguntas si tenemos aquí gratis para no gastar el que tienes en casa o para ver si es más bonito que el que tienes en casa o simplemente para salir de la tienda con el regalo ya preparado? Obviamente, esas preguntas me las guardo para mí. Ojalá un día pueda hacerlas.

La situación se vuelve más surrealista cuando la zona habilitada y equipada con mesa, celo y tijeras se colapsa. Poco a poco se crea una cola de clientes para proceder a empaquetar lo que han comprado. Cada uno con el rollo bajo el brazo, he llegado a contar más de 10 personas esperando. Sigo sin entender los muchos porqués de la cuestión. ¿Por qué hacen cola —y pierden tiempo— para empaquetar lo comprado justo allí si podrían hacerlo con toda la tranquilidad del mundo en casa? ¿Por qué compran el rollo de papel si en casa seguro que hay restos del año pasado? ¿Será que hay críos en la costa y no quieren levantar sospechas? Ojalá un día pueda aclarar también estas dudas.

De momento, me consuela saber que no habrá más colas en la zona regalos. Me confirman que se ha agotado el papel. Ahora al cliente debo decirle tres cosas: no tenemos papel en la salida, debe comprar los rollos aquí, pero otro día porque hoy se nos ha acabado. Se me ocurre una cuarta: si lo trae de casa ahí tiene celo y tijeras para hacer el paquete. Eso sí, póngase a la cola.

Filed Under: Reflexiono, Social Tagged With: consumismo, Navidad, papel de regalo

¿Quieres unirte a nuestro equipo?

7 octubre, 2014 by Mr Bitus Leave a Comment

Andas buscando ofertas de trabajo como loco. Te subes por las paredes por intentar salir o, mejor dicho, no entrar en esa lista negra de la que forman parte 5’6 millones de españoles. Te agarras a lo que sea: captador de socios para oenegés en la calle, repartidor de pizzas, dependiente en tienda de ropa, becario community mánager. Lo que sea. No importa lo que hayas estudiado, no importa que la oferta ponga salario no disponible, no importa que no te digan las horas que trabajarás. Te inscribes. A ver si me llaman de una puta vez.

Y las empresas lo saben. Vaya si lo saben. Saben que hay miles de personas como tú que andan buscando trabajo como locas. Que están dispuestas a trabajar de lo que sea. Saben lo bien que les irá si encuentran a un estudiante en vez de a un licenciado. Si preguntan por un becario en vez de por un trabajador. Por eso las compañías se pueden permitir el lujo de ocultar tu miserable sueldo y la explotadora jornada que te espera. No contentas con eso, a menudo buscan a candidatos con o sin estudios, con o sin experiencia previa. A más perfiles, más fácil será encontrar el que sea capaz de bajarse más los pantalones.

Oferta Ikea Sabadell

Si entras ahora en Infojobs puede que veas una oferta de una multinacional sueca conocida por vender muebles (y también comida). «¿Quieres unirte a nuestro equipo Ikea Sabadell?» es el título del anuncio. Buscan a 20 personas con «pasión por su trabajo, espíritu de equipo y ganas de emprender» para contratarlas a tiempo parcial. ¿Sueldo? Ya veremos. ¿Horario? Ya veremos. ¿Experiencia mínima? No requerida. Tú inscríbete, que ya veremos.

En dos días se han apuntado 2.877 personas. Sin saber cuál será su recompensa por colocar stock, ayudar a encontrar la estantería Billy a un cliente, cobrar en caja o vender galletas Kakor Chokladflarn. Sin saber cuánto tiempo dedicarán a eso al día. Tal vez sólo por la ilusión de trabajar en un Ikea. Por la ilusión de trabajar. Ya son 2.878. Porque yo también me subo por las paredes. A ver si me llaman de una puta vez.

 

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Tiempo o dinero, tú eliges qué es más importante

15 julio, 2014 by Mr Bitus Leave a Comment

Acaba de lanzarse un servicio de buses, Megabus, que conecta Barcelona con varias ciudades europeas por sólo un euro. Nada más ver la noticia quedé lógicamente sorprendido y me entraron unas ganas tremendas de viajar en ese bus. ¡Qué ganga, sólo un euro! El inconsciente interpretó ese mensaje como algo muy positivo porque supondría un ahorro considerable de dinero. Sin embargo, tras pensarlo un buen rato, la euforia bajó. El consciente cogió las riendas de la situación y lanzó otro mensaje: ¿Serías capaz de dedicar 27 horas de tu valiosa vida para llegar (probablemente destrozado) hasta Londres? Tal vez no es tan buena idea.

Piénsalo bien. Cuando se trata de ahorrar dinero (sobre todo al viajar), no parece haber límites. Estamos dispuestos a casi todo por gastar menos. A llegar hasta un aeropuerto alejado del centro para que el billete no se dispare (y tardar más en llegar después al centro), a evitar el típico bus turístico que pasa por los puntos clave (y tardar más en visitar los monumentos), a no pagar un extra que nos eximiría de hacer colas en un parque de atracciones (y tener que hacer cola) o, como no, a viajar 27 horas en bus porque sólo cuesta un euro (y tener que dedicar tiempo después a recuperar la espalda maltrecha). En la vida cotidiana pasa exactamente lo mismo: cuando algo se estropea (el ordenador, el microondas o la lavadora), no nos cansamos de buscar y rebuscar posibles soluciones (en internet) sin tener que pasar por el técnico que nos cobrará demasiado. Malgastamos tiempo intentando ser y hacer lo que no somos y lo que no sabemos hacer. David Cantone ejercía de buen ejemplo en un artículo reciente.

Nos han enseñado a valorar más el dinero que el tiempo. Por eso no nos importa dedicar más tiempo del necesario a algo si eso implica poder gastar menos. Porque el dinero se gana y el tiempo simplemente se tiene y se emplea. Cuando uno comienza a vivir, se pone en marcha su contador de segundos, minutos, horas, días, meses y años. Un cronómetro que sólo parará el día que pare el corazón. Un contador al que damos poco valor porque hace su curso independientemente de nosotros. Un contador que, curiosamente, parece acelerarse o ralentizarse en función de lo que hacemos. El dinero, en cambio, no tiene un contador de nacimiento (a no ser que uno haya nacido afortunado). Llega más tarde. Cuesta más conseguirlo. Y, encima, nos hemos puesto de acuerdo en sobre valorarlo hasta convertirlo en la moneda de cambio de todo. Irremediablemente, cuenta más.

reloj monedas, tiempo o dinero

Hay quién vive única y exclusivamente para trabajar el máximo tiempo posible y ganar el máximo dinero posible. Así, cuando se jubile, podrá tener acceso a todo lo que no ha podido acceder antes por falta de tiempo (y dinero). Olvida, pero, que mañana no tendrá la fuerza que tuvo ayer, que mañana la vida le puede soltar un revés antes de hora, o que mañana todo su dinero puede que desaparezca. Porque se lo comió el perro, porque entraron a robar o porque lo invirtió en preferentes para ganar el máximo posible. Quién sabe. El tiempo ya ha pasado y no volverá.

Y hay quien vive pensando en todo momento en dedicar el máximo posible de tiempo a lo que desea, en gastar el dinero inteligentemente para no malgastar el tiempo, y en hacer, siempre que sea posible, lo que le apasiona con la gente que quiere. Lo único malo que le puede pasar es que siempre viva con el dinero justo. Lo bueno, que nunca va a quejarse por “no tener tiempo”, pues ya se ha preocupado de planificarlo y reservarlo para lo que realmente le interesa. Y, sobre todo, que no va a faltarle felicidad, pues pocas cosas reconfortan más que saber que uno está entregando su vida, única e irrepetible, a lo que siempre ha querido ser y hacer.

La vida es un conjunto de decisiones, y ésta, dinero o tiempo, es una de las más complejas. Cuesta decidir porque cada recurso tiene sus ventajas e inconvenientes, porque de pequeños nos iluminan un camino concreto y porque para invertir bien el tiempo primero uno debe hallar su verdadera pasión y motivación. Además, vivir con poco dinero e invertir el tiempo en las pasiones está mal visto. Por suerte, hay quien se atreve a cambiar de carril antes de que sea demasiado tarde. Si quieres, aún estás a tiempo. 27 horas son mucho más importantes que un miserable euro. No las malgastes en un autobús.

Filed Under: Reflexiono, Social, Viajes Tagged With: dinero, Megabus, tiempo

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